Tengo el alma ajada de tanto pensar lo que piensas
De tanto recordar los recuerdos que olvidaste,
Esos en que sonreía, en las cafeterías sin café
Con los poemas en prosa, y las cartas rimadas
Y se arruga la piel que recubre mis labios
Cuando me vuelvo una anciana
De tanto pensar, en tus neuronas dormidas
Y tu corazón solitario, en aquella ciudad…
…Enorme…
Igual que la ausencia que dejó, tu voz en mis oídos
Esa que no se cura con nada,
Que nadie llena, que nadie toca
Esa que me atrapó contigo, hasta volverte a ver…
A veces juego a que no existes, y no puedo respirar,
El corazón se me acelera, como un colibrí…
Y tengo que dejar de jugar, o moriré… de un infarto
Aparece pronto…ya me duele extrañarte
(no es divertido)